DESDE FINALES del año pasado el Ministerio de Transporte dio un vuelco al proceso de desintegración física y reposición de vehículos pesados con el cual se busca renovar el parque automotor de carga en el país. Para lograr este objetivo, el Ministerio ha trabajado en mejorar sus procedimientos y hacerlos más eficientes para mejorar esta política que va encaminada a la modernización de los vehículos y aumentar la competitividad del sector.
Para este programa se cuenta con unos recursos que se han ido cap¬tando desde distintos frentes como lo explica Jorge Carrillo, Coordinador del Grupo de Reposición Integral de Vehículos del Ministerio de Transporte. “Tenemos unos recursos que se han venido acumulando que se manejan a través del presupuesto general de la nación, que se han venido captando por vía de las pólizas que se incorporan al presupuesto de la nación. El Congreso de la República por vía de la liquidación anual del presupuesto nos entrega unos recursos”.
“Este año nos han dado inicialmente una apropiación de unos 30 mil millones, ya se logró un consenso con el Ministerio de Hacienda para que se promueva la ampliación de esa cuantía a 100 mil millones lo cual nos permitiría este año estar cerca de los 2.000 a 2.500 camiones desintegrados”, agrega.
El año anterior se inició el programa de postulaciones, y en los últimos meses del año se lograron desintegrar 599 vehículos, de los cuales unos 398 salieron sólo en Diciembre que ha sido el mejor mes desde que se inició con el programa. Cabe recordar que este es un proceso voluntario y lo decide el propietario del vehículo.
Existen actualmente dos escenarios para renovar el parque: uno es aquel propietario que quiere retirarse porque ve un mercado difícil o está cansado y se acoge al programa de desintegración física y recibe un incentivo económico a cambio; o aquel que quiere permanecer en el negocio y se le reconoce el 50 por ciento del incentivo y se le da la autorización para que ingrese otro vehículo. “Nosotros estamos queriendo alimentar en las dos vías, tener un equilibrio adecuado entre lo que realmente necesitamos y lo que realmente tenemos pero en unas condiciones de parque automotor competitivo, seguro, menos contaminante de lo que tenemos”, comenta Carrillo. Estos reconocimientos económicos se entregan directamente al concesionario o al importador del vehículo donde el transportador decida adquirir su equipo.
Carrillo expresa que la plataforma sobra la cual se fundamenta este programa es el RUNT, que a pesar de tener un proceso de ajustes y de ser relativamente joven está sirviendo de soporte para tener una mejor trazabilidad de la vida de un vehículo que permitirá tener un proceso con mayor fluidez y transparencia.
No obstante reconoce que este no ha sido un proceso sencillo debido a los múltiples actores que intervienen y la historia misma del registro automotor en el país. “Son muchos los actores que intervienen ahí además del propietario del vehículo, en algunas ocasiones intervienen los conductores, en todas las ocasiones intervienen los organismos de tránsito, diferentes autoridades y actores que vuelven complejo eso”, añade.
El proceso de desintegración física
El Ministerio de Transporte habilita las entidades para desintegrar los vehículos pero no interviene en ese procedimiento pues es una situación que maneja directamente el propietario, quien al final es el que decide donde llevará el vehículo a ser desintegrado. Para esto firma un contrato de servicios entre él y el operador.
Uno de los espacios donde se realizan estos procedimientos de desintegración física es la planta de Gerdau- Diaco en el municipio de Tocancipá en Cundinamarca. Allí se cumple un estricto proceso de recepción del vehículo para su posterior desintegración física.
Carolina Durán, encargada de la Gestión Ambiental de la planta, explica que lo primero que se realiza al vehículo antes de su ingreso es una revisión de documentación, el equipo debe estar avalado por el Ministerio de Transporte, por el Icontec y aparte de eso la empresa encargada de la desintegración contrata una firma para que avale todo el proceso que ellos hacen en sus instalaciones.
Una vez el vehículo es liberado tiene acceso a una bahía, que es como un sitio de parqueo mientras espera ser llevado al último lugar donde se le hará el proceso de ‘chatarrización’. Una condición requerida para la recepción del vehículo es que este ingrese al sitio rodando en condiciones normales.
Lo primero que se hace es el drenado de líquidos y quitar las baterías. Posteriormente se realiza un corte de la cabina para que con el pulpo esta se pueda retirar y después una persona empiece a cortar el chasis que es lo más grueso. Algunos cortes se realizan con una máquina llamada tijera.
Otros elementos del camión que también son retirados y cortados son las llantas a las cuales se les hacen dos cortes, esto para evitar que salgan completas y sean reutilizadas en otro vehículo. Estas se entregan a otra empresa para que las muela. Otras cosas que se entregan a otras compañías son el aceite para que se reutilice con los debidos permisos y las baterías que son reprocesadas para ser baterías nuevas.
Al camión también se le sacan los elementos no ferrosos, como el alternador, el arranque, el motor y el radiador, pues son partes que generan una contaminación al proceso que se lleva en la acería. Jorge Carrillo expresa que este mecanismo de renovación en ambas configuraciones es necesario, pues detrás de esto hay conceptos de seguridad vial, protección del medio ambiente, reducción de costos de operación y de competitividad. “Un vehículo más nuevo es más seguro, las tecnologías dan un mejor tratamiento al consumo de los combustibles, una cantidad de elementos a los que definitivamente hay que apuntarles y que necesariamente hay que meter el tema del transporte en la parte competitiva”, concluye.
