CARAVANAS PETROLERAS EN EL CAQUETÁ

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Desde tempranas horas, los conductores de 20 carros cisternas comienzan a revisar que todo esté listo: gasolina, aceite, llantas y que el tanque quede completamente lleno. Lentamente rugen los motores por la vieja vía, sin pavimentar que conduce desde Los Pozos, en la antigua zona de distensión, hasta el municipio de Doncello, Caquetá. Al lado de los vehículos, los carros artillados de la Brigada 12 y seis camiones blindados empiezan a tomar posición para arrancar la caravana. Al llegar a Doncello son recibidos por otra unidad militar que los acompaña hasta la capital del departamento. Para esta tarea, la Brigada 12 de Florencia tiene desplegados 1.200 hombres con la participación del Batallón Cazadores, la Brigada 12, el Batallón de Logística y transporte y la Brigada Móvil 30.

Los camiones salen cargados con 80 y 120 barriles de crudo, cada uno, extraído por la multinacional británica Emerald Energía, que desde hace siete años realiza estudios de sísmica en 18 pozos que explora, ubicados en zona rural de San Vicente del Caguán. Desde el año pasado, la multinacional viene siendo objeto de una escalada terrorista por la columna móvil Teófilo Forero de las FARC, que todos los días instala artefactos explosivos a lo largo de la carretera, para presionar el pago de la vacuna extorsiva. Otras veces los guerrilleros camuflados en medio de la selva atacan con fuego de fusil punto 50 y cilindros bomba a los vehículos del Ejército, encargados de prestar seguridad durante el recorrido.

La caravana

El destino de los 60 camiones, que circulan por la vía Los Pozos – San Vicente – Puerto Rico – Paujil – Doncello Montañita – Florencia, Caquetá, es el municipio de Gigante, Huila, donde descargan el crudo transportado para su refinamiento en las plantas que tiene la Emerald. Son tres turnos a la semana. Debido a los 22 ataques contra la caravana en lo que va corrido del año, 11 de los cuales han provocado la destrucción de varios de los vehículos, el Ejército ha instalado 17 retenes a lo largo de la carretera, apoyados por unidades antiexplosivos del grupo Marte, que monitorean con caninos áreas seleccionadas donde la guerrilla podría esconder las bombas.

Antes de partir, Uriel Forero recibe un casco y un chaleco antibalas que debe portar una vez se inicie el recorrido. Además de la amenaza terrorista, los conductores deben lidiar con las pésimas condiciones de la carretera, cuyo cuerpo de asfalto ha cedido a la presión y fuerza de las raíces de los árboles que se levantan a lado y lado de la vía. “En cada recorrido nos jugamos la vida. El miedo aparece porque no sabemos desde que sitio la guerrilla va atacar con cilindros o con francotiradores. La seguridad, por parte del Ejército es buena, pero somos conscientes que no pueden tener un soldado en cada metro de la vida. Ellos también corren los mismos riesgos, porque son el objetivo principal de los ataques”.

Dentro de su blindado, el teniente Chavarro recibe, cada 10 minutos, un reporte por radio de la situación en la carretera. Las patrullas de observación recorren de arriba abajo cada palmo de la vía. Cuando se observan paquetes extraños, bolsas abandonadas o cajas de cartón, ubicados al lado de la berma, la caravana se detiene.

Los perros labrador del Grupo Marte inician la inspección en por lo menos 500 metros, lo que obliga a retrasar el horario de llegada y entrega del crudo. Si el animal detecta que uno de los paquetes abandonados es una bomba, se sienta a su lado meneando la cola, indicando que hay un explosivo. Luego entran los ingenieros militares encargados de desactivarla, tarea que puede durar entre 45 minutos y hora y media.

Apoyados con potentes carros robot equipados con cámaras de video, los ingenieros buscan establecer el tipo de bomba, el mecanismo de detonación y calcular la cantidad de explosivo que contiene. Para el Mayor Fabián Martín, comandante del Plan Meteoro, encargado de la seguridad de la caravana de Doncello a Florencia, los guerrilleros aprovechan lo inhóspito de la zona y lo quebrado del terreno para cometer el acto terrorista. “Lo más difícil es no saber en qué momento los terroristas activan la bomba, generalmente se encuentran escondidos en árboles o matorrales, basta un celular o un bíper para detonar la carga”. Los 55 kilómetros que separan a los municipios de San Vicente del Caguán y Puerto Rico es la zona de mayor presión.

Allí las FARC han detonado seis cargas explosivas este año, dejando un saldo de un conductor muerto, tres heridos y cinco camiones destruidos. Aún es posible apreciar los cráteres que han provocado la explosión de las bombas. En febrero pasado, las FARC instalaron una, pero no alcanzó a explotar. El Mayor Martín habló de la experiencia: Encontramos que el mecanismo era a control remoto y falló alguna conexión. La carga era de 4 kilos de anfo, suficiente para volar una parte de la caravana.

La FARC en guerra

Cada carro blindado del Ejército contiene una ametralladora punto 60, lanza granadas, un equipo de 11 soldados y un artillero encargados de repeler los ataques que se presentan durante el recorrido. El oficial responsable de la seguridad mantiene directa comunicación con las patrullas y los retenes que están ubicados a lo largo de la vía. Los blindados se ubican a la cabeza de los camiones cisternas, en el medio y cierran la caravana. La tarea se convierte en una carrera contra la muerte.

Según información de inteligencia analizada por personal de inteligencia militar, los ataques de las FARC contra la infraestructura energética y las caravanas obedecen a una competencia que adelantan entre si los frentes 15, 62 y la columna Teófilo Forero, para quedarse con los recursos económicos que deja la producción de hidrocarburos de la zona.

La situación no es fácil para el Ejército. Cualquier ataque que se produzca dentro de las instalaciones de la Emerald o en la carretera produce una sensación de inseguridad en la región. Los ojos de autoridades civiles y la comunidad se dirigen hacia los batallones encargados de la seguridad, que deben multiplicarse en sus esfuerzos para minimizar el riesgo de un ataque terrorista. El General Fabricio Cabrera, Comandante de la Brigada 12 de Florencia, es consciente de la compleja y titánica tarea que deben realizar sus hombres.

“Es una tarea que me ocupa cerca de dos mil hombres y solo tengo dispuestos 1.200, porque no puedo destinar toda la brigada para las caravanas. Eso implicaría dejar abandonadas zonas de la región, cuyos habitantes necesitan protección, y en las que estamos sosteniendo operaciones contra las FARC y las bandas criminales. Por ahora, en la base militar de Larandia, a una hora de Florencia, grupos de Fuerzas Especiales de la Fuerza de Tarea Omega entrenan a los mil soldados que harán parte, desde junio, del nuevo Batallón Energético que estará encargado de la seguridad de las caravanas petroleras. Serán cuatro batallones móviles que contaran con el apoyo de un helicóptero Black Hawk, que vigilará desde el aire el recorrido de los vehículos. Es un esfuerzo muy grande que estamos haciendo, ya hay otros batallones con similares características en el país” – dice el General Cabrera-.

El propósito es replicar el modelo que hay en Arauca, Barrancabermeja, Norte de Santander y Putumayo. Esto es una lucha diaria y sin cuartel. Recibe una llamada por el radio, donde le reportan que en el sector de la Y, en la vía que de Milán conduce a Paujil, los perros antiexplosivos han detectado un campo minado que iba a ser activado al paso de la caravana: Con cuidado, dígales que tomen todas las precauciones, no sea que nos distraigan y más adelante activen más explosivos cuando vayamos a desactivarlo. Utilicen los carros robots y los perros. La fila de vehículos se detiene. Además de la caravana, furgones, camiones de carga, buses de transporte intermunicipal y motocicletas deben detener la marcha. La desactivación del campo minado y el registro del área tardarán por lo menos dos horas.

Es el tercer atentado que frustra el Grupo Marte en la semana. Culminada la desactivación del campo minado, la caravana que cuida el Teniente Chavarro retoma el recorrido y en la entrada a Doncello la entrega al oficial que la escoltará hasta Florencia y de allí a Gigante, Huila. CP Uriel Forero respira tranquilo. Desde Florencia a Gigante, el Ejército tiene un cordón de puestos de control que permite que los camiones cisternas sigan su marcha sin contratiempos.

Atrás quedó el estrés y la tensión del recorrido. Acelerando la marcha, Forero se quita el casco y desata el chaleco antibalas. “Otro día más con vida. Gracias a Dios. Esto es una carrera contra la muerte en tres tiempos. La guerrilla debe entender que no puede declararnos objetivo militar por trabajar. Somos de la región, con el petróleo nos beneficiamos muchos habitantes de aquí. No entendemos esa sinrazón de poner bombas o atacarnos con tiros, al final perdemos nosotros, los soldados y las familias”, dice Uriel Forero al término de la jornada.

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